Y no, no vamos a hablar del blanqueamiento anal.
Nos adentraremos en un tema mucho más profundo (difícil por otra parte, jajaja, doble sentido) y de mayor calado. Trataremos de responder a la pregunta que nos atormenta desde los albores de la humanidad, originando largas horas de debates en medios especializados: chatos, ¿pelos sí o pelos no?
Bien, mi postura al respecto es clara e inamovible (con los matices que veremos a continuación):
"EL HOMBRE, COMO EL OSO, CUANTO MÁS PELUDO, MÁS HERMOSO"
Efectivamente, amigos hipster, gracias por haber vuelto a traer a los pueblos y ciudades de nuestra geografía las barbas, los pelos largos con moñete, en definitiva, la hombría tradicional. Por haberos inspirado en el hombre clásico, el de siempre, el del siglo XVI, no esperaba menos de vosotros. Gracias por existir. Que ya empezaba a hartarme de tanto depilao integral.
Y es que para ir depilao del todo y llevar el pecho tan suave como el borreguito de mis alpargatas, mozos, para eso hay que estar mu güeno. Por mucho que digan ahora en los suplementos de los dominicales que se lleva el rollo "fofisano", que no, que eso es una mamarrachada. Un tío rasurado y con barrigota da grimilla, que no nos vendéis la moto.
Así, pues, tú, macho, tanto si eres hipster como si estás en el camino de convertirte en ello, o si reniegas (maaaal, muy maaaal, fataaaal), atiende que esto te interesa: si tu cuerpo no tiene esta pinta
deja de sufrir por los pelánganos, olvídate del láser, la cera, las cremitas antirrojeces, los dineros gastados en cuchillas de triple hoja... No, convierte a los pelánganos en tus más fieles aliados: te ayudarán a ocultar la no existente tableta de chocolate y harán que aparentes la edad que tienes, más de 30.
Cuanto antes lo asumas, mejor. Y lo sabes.