martes, 14 de marzo de 2017

Marejada

Alrededores del 11 de marzo de 2014. Bar Vacaciones, calle Espíritu Santo, Malasaña. Reunión de compañeros de máster, Raquel celebra los 32. Llegamos un poco antes de lo previsto, se nos ha dado bien aparcar. En la entrada nos encontramos con una pareja, damos por hecho que somos los primeros en aparecer y nos ponemos a hablar.

Mi memoria es auditiva, los hechos pasados se reproducen como si alguien me contara un cuento, con una sola excepción: la ropa, la mía, soy capaz de visualizar con nitidez qué prendas llevaba en un día concreto. Quizá sea ese el motivo por el que me cueste tanto hacer limpieza de armario. Sin embargo, ni un recuerdo de lo que llevaba puesto en aquel momento. En cambio, sí veo la camiseta blanca de rayas negras horizontales de ella, la barriga incipiente, el abrazo de él, y la esperada pregunta:

- Bueno, qué, ¿y vosotros para cuándo?

Parejo me mira y sonríe. Desde hace largo tiempo es un tema recurrente en nuestras conversaciones. En realidad siempre ha estado ahí, la maternidad en mi vida es el ruido de las olas en una ciudad costera. Psssss, pssss... una cadencia rítmica con la que convivo a diario, que me mece en sueños, a veces temporal, a veces marea baja. Las épocas de marejada se suceden con mayor frecuencia, rompen las olas enfurecidas en el muro que he ido construyendo a medida. 

- Nosotros, para mi cumpleaños - resuelve. Me coge la mano.

Abril, su cumpleaños. Fisura en el rompeolas, la presión se descarga al otro lado, son todo fugas. Me tiemblan las piernas.



Han pasado tres años. 

Uno: risas, esperanzas, planes, ilusiones. Vaivenes previstos, bendita inocencia. La misma mano que cogía la mía, ahora me acaricia con el dorso la mejilla, borra con delicadeza el rastro de un llanto silencioso.

- No estés triste- susurra. 

Dos: discusiones, incredulidad, miedo, incertidumbre. Un vendaval con ínfulas de huracanado. Nuestros cuerpos, desechos, abrazados en el sofá nuevo, dirimiendo quién se quedará con las gatas. Estoy triste, muy triste, todo el tiempo. 

- Me quedo- declara.

Tres: sosiego, silencios, espacio, penumbra. Empiezo a perder la cuenta de las ilusiones que me he dejado en el camino. Estoy cansada, irritable, me cuesta encontrar la perspectiva. La vida ha seguido su curso, soy yo la que he me detenido. Me siento pequeña, endeble, incapaz, terriblemente sola y perdida. No soy más sabia, solo tengo más canas; mi defectuosa genética se ha esforzado por ir completando lo que empezó a los tiernos veinticuatro. 

Ya no escucho el ruido de las olas en mi ciudad particular, es duro vivir en el interior cuando te has acostumbrado a la costa. 

Creo que he insonorizado el muro. 




6 comentarios:

  1. Luego te escribo. No! Te voy a mandar un audio porque necesitas oír ciertas cosas. Qué bien escribes. El abrazo que te mando te da tres vueltas y aún sobra un poco para hacer un nudo para que te quede bien apretado

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    1. Me ha hecho mucha gracia eso de "necesitas oír", comos los cuentos que se graban en mi memoria. Lo que no sé es como me vas a mandar un audio... igual te cuelas en mi cabecita.

      Gracias por el piropo a mi no-estilo literario. Me sacas los colores. ¿Sabes? Me perdí todas las pelis interesantes de los 80 y 90 porque me pasé la infancia y primera adolescencia entre libros y cuadernos, escribiendo mis propias novelas de aventuras. Ah, y calcando mapas. Yes, calcando mapas. Me hace ilusión que algo haya quedado de aquello: los viajes de curro por el mundo y el blog sin temática. Soy una crack.

      Estoy tirando de uno de los cabos del nudo que me has hecho, por si acaso. Te abrazaría de vuelta, pero tengo los brazos pegaditos al cuerpo y me estoy dejando querer ;)

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  2. Y a tu lado hay tanta gente que te quiere y que siente tu dolor como si fuera suyo propio...yo misma, lo que me gustaria verte feliz, sin ese runrun continuo...pero eres mas fuerte de lo que piensas, yo lo se, lo tengo muy claro, lo veo cristalino, que llegara ese momento en el que las cosas dejen de doler y pasen a ser algo aprendido y lo veremos de otra forma, desde otra perspectiva, si, con mas canas y un poco mas sabias...ya veras como si

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    1. Raquel, yo también te quiero.

      Fíjate que a mí lo que más me gustaría es volver a oír el mar, tener el runrun conmigo y no darle la espalda. Mirar el mundo como antes, verme reflejada en los ojos verdes de parejo como antes del vendaval, poder sostener en brazos a los niños de otros como antes, sin sentir que te vas a romper por dentro, o peor, sin dejarte sentir, anestesiadas las emociones. Pero no puede volver a ser antes, la vida es ahora...
      Soy fuerte, aunque estoy perdida. El dolor dejará de ser tan intenso y se transformará, seguro que sí, pero estas vivencias son de las que dejan poso y simplemente, nos hacen compañía, nos construyen, forman parte de nuestro historial y de nuestra identidad. Con sus luces y sombras. Al menos que las canas prematuras valgan para algo, leñe.
      Y tiene bemoles lo de tu 32 cumpleaños, chata.
      Abrazo grande

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  3. Hola cielo,parece que a todas se nos dio por alzar la voz ahora: bravo! Ojalá muchos más hablarán,date cuenta!casi nadie confiesa que ha tenido problemas para tener hijos y sin embargo las clínicas están llenas y la seguridad social masificada...es la crisis vital más gorda que nos puede tocar vivir,no vamos a quitarle importancia, pero encima sufrir en silencio te hunde más entre esas olas de las que hablas. No sé cómo animarte porque precisamente yo pase por ello y no me servía nada,es más,me ofendia casi todo!hasta que un buen día llega el mar en calma. En nuestro caso fue escuchandonos y tomando decisiones y dándole lugar prioritario al hueco que siempre tuvo la adopción, que va a ser largo e incierto pero yo, que me había convertido en gatito asustado, me he vuelto leona. Adelante guapa!encuentra tu mar en calma,sea el que sea. Eres una valiente y vas a ser muy feliz con lo que decidas en la vida, todo cura,y más con amor. Un abrazo de los que traspasan pantallas. (Paula)

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    1. Hola, Paula:
      Muchas gracias por comentar, me encanta verte por aquí. Por un lado, no me extraña que muchas personas no quieran confesar los problemas para tener hijos: yo misma he tenido rachas de todo tipo y reconozco (esto da para otro post completo) que cuando he decidido contarlo, por los motivos que fueran, porque necesitaba soltarlo, quería pedir perdón por un comportamiento que no se podía entender sin esta explicación o simplemente porque me estaba sintiendo presionada por el entorno social (este tema es increíble), en la mayoría de los casos me he encontrado respuestas de lo más surrealistas e inacertadas. Asumo mi parte de responsabilidad, me suena eso de que moleste casi todo...
      Mi vida no ha sido fácil, no es la primera crisis gorda a la que me enfrento. Tengo claro que afecta a esferas y raíces muy, muy profundas y dolorosas, que tienen que ver con tu construcción como persona, con el sentido de tu vida, con tu "validez" y que implica a todos los círculos sociales, desde el más lejano al más íntimo.
      Me alegro muchísimo de que hayas encontrado tu mar en calma, el ritmo de las olas es tan calmante... Te leo con interés, la adopción siempre ha tenido un hueco para mí y ahora en cambio me veo muy floja para iniciar ese camino. Flaqueo. Solo puedo desearte toda la fuerza del mundo. Te mereces todo lo bueno que está por llegar.
      Un abrazo gigante.

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