martes, 29 de diciembre de 2015

Fucking 2015

Uy, uy, chatungos. Preveo que este post se las va a traer. Voy a sacar todo lo chungo que hay en mí. Apártense si creen que les puede salpicar. 

En estos días en que las bloggers de postín hacen repaso a su año con cientos de fotos chulérrimas, todo a conjunto, la diadema de la niña con el cojín de brocado francés del XIX con el jersey del perro, y se deleitan con listados interminables de todo lo bueno que les ha pasado, yo me salgo del tiesto y grito a los cuatro vientos...

FUCKING 2015, FUCK YOU!!!
A LOT.


Este año no voy yo a celebrar la Nochevieja, noooooo, voy a celebrar que por fin desapareces de mi vida. Puñetero, que eres un puñetero. Que me has engañado, y otra cosa no, pero la deslealtad no la perdono. Me embaucaste con cantos de sirena durante los primeros seis meses, después de un 2014 para olvidar: que si la ilusión de la reforma (también conocida como obra de El Escorial ampliada), que si la ilusión y el enajenamiento por el bebé, que si la ilusión y los encantos de la granciudad. Falso. Traidor. Judas, más que Judas. Tú lo que eres, fucking 2015, tú lo que eres es un joputa de manual. 

Que la segunda mitad del año no ha tenido nombre, malnacido. Me he estrellado cuando iba a toda velocidad, a ver quién me paga a mí ahora la rehabilitación estando la Seguridad Social (SS, por sus siglas, no lo olviden) como está, mamonazo.

No tienes corazón.

Y es que, fucking 2015, pasarás a la historia como el año del FRACASO. Me has enseñado cosas tan útiles para la vida misma como los sentimientos que se despiertan cuando una falla estrepitosamente como pareja. También he aprendido acerca de los sentimientos que se despiertan cuando aparecen y reaparecen las enfermedades a tu alrededor. Por si fuera poco, ahora sé mucho más acerca de los sentimientos que se despiertan cuando las ilusiones trascendentes no se cumplen y se pierde el control y el rumbo, y la identidad, y la perspectiva, y solo queda incertidumbre. Además, todo gracias a ti, he vuelto a revivir los sentimientos que se despiertan cuando algunas personas tienen empatía ínfima y aún así, no callan por prudencia pudiendo hablar por ignorancia. Y como parece que no te quedabas satisfecho, que oye, aprender es muy interesante y para qué cuyons vamos a dosificar pudiendo meterlo todo de golpe en unos meses, que es mucho más eficiente, aprovechaste para mostrarme los sentimientos que se despiertan con las disputas vecinales y los juicios y las obras sin acabar y las cajas de mudanza indestructibles.

Hasta los bemoles de los sentimientos que se despiertan, fucking 2015, hasta los bemoles y más allá.

Por todo esto, gracias, majete. Que te den mogollón. El día 31 te voy a despedir por todo lo alto. 

Y no te pienso echar de menos.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Fun, fun, fun, Madrid de mis amores

Ya está. Ayer no me tocó la lotería y hoy he recibido la postal navideña que me manda mi querida amiga desde el extrarradio todos los años. Antes el crisma viajaba del extrarradio al chiquipueblo. Este es el primero que va del extrarradio al centro de la granciudad. 

También hoy he tenido que escuchar el primer "uys, uys, se te va a pasar el arroz". Si es típico oírlo en las múltiples reuniones familiares, de amigos, de compis del curro... que acontecen en estas fechas, imagínense ustedes si además tienen la suerte de celebrar el cumpleaños entre sobremesa y sobremesa de las de bandeja de polvorones. No me libro ni de coña.

En fin, que podemos dar por inauguradas estas adorables Fiestas. Fun, fun, fun.


Y a pesar de que este año puede calificarse como un fucking 2015, que mi humor oscila entre bailar como la flamenca del Whatsapp y la mierda con ojos, chatos, llamadme crazy, ¡me apetece celebrar la Navidad! 

Para variar, no sé qué puñetas me está ocurriendo. Bueno, sí. Bueno, no estoy segura. Tengo sospechas. Creo que se trata de la granciudad que una vez más ejerce su influjo y me ha convertido. Lo que no consiga el Madrid de mis amores...

En el chiquipueblo sabes que es Navidad cuando llega el turrón a Mercadona. Primer aviso. Luego el ayuntamiento pone un par de lucecicas en la calle principal y los vecinos sacan el arsenal de guirnaldas de los chinos y retales de niñosjesuses en las ventanas. En Nochevieja tiran petardos y me asustan a los gatos. Game over. 

Sin embargo, en Madrid, ¡ay, en Madrid! En Madrid la Navidad empieza con el olor a castaña asada y garrapiñadas en cada esquina. El pistoletazo de salida lo dan las colas crecientes en Doña Manolita (gensanta, la que se llega a montar). Los escaparates. Y después las luces. ¡Las luces, y eso que aún estamos en crisis, qué locuras no se harían los años de bonanza! Serrano, el árbol de Sol, el de Colón, Fuencarral, Huertas, Preciados... Las pistas de hielo. Y por fin, los puestos de la Plaza Mayor, las pelucas y los cuernos de reno, la imposibilidad de pillar mesa en restaurante alguno, las esperas y los paquetes enormes en Correos, las aglomeraciones everywhere, ¡Cortilandiaaaaaa, Cortilandiaaaaaaaaaaaaa! La locura. 

Y, en medio de la vorágine, un parejo y una hipster que se dan la mano por enésima ocasión y salen a comprar espumillón y bolas de Navidad con purpurina para engalanar hasta el maldito último rincón del nuevo hogar. No habrá muchos muebles en casa, pero purpurina tenemos hasta en las pestañas.




Que no, que este fucking 2015 no va a acabar con nosotros. Yo estoy requetedispuesta a recuperar todos los kilos que he perdido en la segunda mitad del año a base de alimentarme de turrón del duro y a pasármelo genial en todas las fiestas de guardar, incluido mi cumpleaños. Que caen 31 castañas (joder, qué mal las llevo, soy lo peor, tengo derecho) y el parejo se lo está currando mil, llevo ya tres pre-regalos y aún quedan otros 3 días para el gran acontecimiento. Mis expectativas están por las nubes. In the clouds.

Me huelo que este año supera las gafas de famosa

Así que, nenitos, desde este rincón de mi vida, aprovecho para desearos a todos unas Fiestas molongas a vuestro estilo, sea el que sea: en familia, con amigos, torrándose en las islas Fidji, esquiando (si es que hay nieve en algún lugar del universo esta temporada) o en la granciudad. Tanto si tenéis asuntos que celebrar como si vuestro año también ha sido fucking

¡A bailar boogie, que esto son dos días!








martes, 8 de diciembre de 2015

5 cuentos para adultos y niños que no vas a cansarte de leer

Hace ya algunos meses, cuando todavía era un ser inocente e ingenuo, os abrí un ventanuco a mi corazón y os conté algunas cosas sobre mí. Todas ellas rigurosamente ciertas.

Muchos fans me preguntasteis en aquel momento por mi colección de cuentos. Los fans sois así. Os hablo de mis intenciones de dominar el mundo, y me salís con la colección de cuentos. Luego pasa lo que pasa, chatos. No digáis que no lo avisé.

Aprovechando que se acercan fechas señaladas (siempre me ha hecho gracia esta expresión tan viejuna), y que a lo mejor queréis hacer un regalo bonito para otros, niños o adultos, o pedirle un libro chulo a los Reyes Majos, voy a hacer un repaso a 5 cuentos que me inspiran de mi colección, a la que por cierto no añado un nuevo ejemplar desde mayo y que todavía a día de hoy sigue guardada en una caja, esperando a que el salón esté decente para darle un lugar preferente.

Las mudanzas son un asco.

Vamos con ello:

1. Bandada (editorial Kalandraka)


En mi opinión, no se ha escrito fábula más estremecedora sobre la humanidad y sus pecados colectivos. Pocas palabras, bien escogidas, acompañadas de ilustraciones detallistas en blanco y negro. No esperéis el típico libro infantil en esta joya de la editorial Kalandraka

Por cierto, no es la única pieza excepcional de esta editorial gallega, que tiene una librería propia en la calle Santa María, cerca del metro Antón Martín. Este espacio para soñar, en el que exponen las ilustraciones originales de los autores de muchas de las obras que editan y donde organizan cuentacuentos para niños y adultos, bien merece una visita. Dejaos aconsejar por Belén y el resto de chicas que trabajan allí. 

2. Este no es mi bombín (editorial Milrazones)


Un clásico de Jon Klassen, con sonrisa pilla asegurada incluso para los adultos más serios. Y qué decir de las reacciones infantiles ante este juego de palabras e imágenes complementarias, donde las ilustraciones escriben la parte de la historia que las letras dejan a merced del lector. 

Si buscas un cuento con el que pasar un buen rato, con el que recuperar esa sensación de "qué ocurrirá a la vuelta de la página", y terminar pensando un: "¡otra vez!" y casi aguantarte un saltito de alegría, este es tu libro. 

Si así lo viven los mayores, imaginad a cualquier niño a partir de los 2-3 años. Delicioso.

3. Habría que (editorial Kokinos)


Aviso a navegantes: si eres de lágrima fácil, asegúrate de tener un buen cargamento de kleenex antes de abrir este libro de otra de mis editoriales fetiche del álbum ilustrado, Kokinos. A poco que avances en su lectura se te irá haciendo un nudo en la garganta, es inevitable, ni te molestes en reprimirlo. Espera al final y ya fliparás.

Una historia para todos los que nos despertamos cada día soñando un mundo mejor. Ahí es nada.

Aún recuerdo la primera vez que cayó en mis manos, rompí a llorar en medio de la tienda. Ele, esa soy yo. 

Es un título al que tengo especial cariño y que he regalado en más de una ocasión: fue el que inauguró mi colección, el primero de la estantería, el que venció mi vergüenza a comprar para mí libros en principio destinados al público infantil, gracias a que el parejo me lo regaló en las Navidades de 2013. Y desde entonces, compro un cuento por mes. Bueno, desde mayo de este año ya no.

4. Tú no me asustas (editorial Thule)


Ilustraciones y texto en forma de poema conforman esta historia atípica y en cierto modo oscura, que se atreve a profundizar en nuestros miedos y darles el papel necesario y merecido de contrapunto a nuestras alegrías, transformando lo negativo en positivo. Un libro que habla de la necesidad de sentir lo que asusta para valorar lo que nos reconforta.

Un cuento para adultos y niños miedosillos, es decir, para todos. 

El favorito del parejo en mi colección. 

5. Corazón de madre (editorial Libros del Zorro Rojo)


"Cuando un hijo se ríe a carcajadas, el corazón de una madre se pone a bailar..."

Un cuento sin pretensiones y precisamente por ello enorme: palabras sencillas directas a la patata combinadas con ilustraciones coloridas de trazos definidos, esos dibujos casi reducidos al símbolo que cualquiera podría reproducir y que tanto mérito tiene crear. 

Un cuento que ilusiona y duele a partes iguales.

Inocencia en estado puro, editada por Libros del Zorro Rojo, otra de las editoriales de las que compraría todo su catálogo infantil con los ojos cerrados. 

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Y bien, esta es mi selección. Hay muchísimas obras de arte que me dejo en el tintero... ¿Algún título que echéis de menos? ¿Recomendaciones para mis próximas compras, cuando por fin me decida a retomar la colección? ¿Os he ayudado con la carta a los Reyes?

Espero vuestras opiniones, chatos.



jueves, 3 de diciembre de 2015

El club de las plañideras

El hipsterio es un lugar para las mujeres modernas. Ya me entendéis, profesionales liberales, creativas alocadas, ejecutivas de la industria de la moda...ese perfil. Nada de marujismo y/o ñoñez. Mujeres de armas tomar del siglo XXI.

Como se enteren de lo mío me van a largar cagando leches.

Y es que ya lo comentaba el otro día en Twitter: lloro por todo, soy la reina de las magdalenas y magdalenos, la diosa de la ñoñez, una plañidera sin parangón. Candy Candy en sus mejores momentos.


¿Que no? Veamos algunos ejemplos reales. 

Yo voy andando por Sol un domingo en el que hay una mani contra el cambio climático y se me caen los lagrimones pensando en lo maravillosa que puede ser la humanidad, que es capaz de reunirse para luchar por el bien común y dejar un planeta mejor a las generaciones venideras. Así con un par.

Yo escucho una canción melancólica mientras coloco el equipaje de mano en un avión, y me tengo que contener mucho, muchísimo para no romper a llorar desconsoladamente, porque me imagino un tío andando solo bajo la lluvia en una ciudad gris, con las manos en los bolsillos de la gabardina, mirando al suelo, sin ganas de regresar a una cama vacía donde todavía huele a ella, que no va a volver.

Yo entro en Santa Sofía y al amigo Stendhal le dejo a la altura del betún, que me dura la llantina media hora larga. 

En definitiva, que soy una romántica extrema a pesar de los pesares. ¿Por qué el mundo me ha hecho así, por qué? 

Y peor aún, parece que esto empeora con los años. 

Claaaaaaro, luego pasa lo que pasa, que a veces la hipster también tiene que mantener conversaciones serias sobre la vida y el amoooooool, acabáramos. Hecatombe, holocausto, crisis geopolítica a la vista.


No acabo ni una puñetera frase. Si toca abrir el corazón y hablar de lo que de verdad importa en la vida, se me hace un nudo desde la boca del estomágo hasta la boca-boca y, ¡ele!, pack completo: manos temblorosas, hilillo de voz y ojos vidriosos. ¡A llorar!

Señores, esto es muy grave. Es muy grave porque ya llega un punto en el que parece que soy puro drama, cuando no todas las lágrimas son iguales ni todos los lloros son de tristeza, también en esto hay escalas, pero a ver quién es el guapo que descifra un lenguaje tan primitivo sin estar en mi cabecita. Y es muy grave porque me impide expresarme como las personas adultas de verdad, decir lo que siento sin parecer lerder.

Molaría no parecer lerder.

¿Consejos?

¿Cuál es la gilipollez más gorda por la que habéis llorado?